SAGITARIO A*
El agujero negro supermasivo del centro de la galaxia podría ser un agujero de gusano encubierto
Uno de los objetos más extraordinarios de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es sin lugar a duda Sagitario A*. Este
pequeño objeto, que está situado en la constelación de Sagitario, fue
descubierto en 1974 y se sabe que es una fuente brillante de ondas de
radio.
Desde
entonces, los astrónomos han llevado a cabo numerosas observaciones de
Sagitario A* y de las estrellas cercanas, algunas de las cuales orbitan a
una velocidad muy alta. Esto implica que Sagitario A* es extremadamente
masivo, y ya que es tan pequeño, debe ser también extremamente denso.
Es por eso que los astrónomos creen que este
objeto es un agujero negro supermasivo que yace en el centro de la
galaxia. De hecho, Sagitario A* es aproximadamente 4 millones de veces
más masivo que el Sol, todo en un volumen no mucho más grande que la
órbita de Mercurio.
Pero hay otra explicación:
este objeto súper denso y masivo podría ser un agujero de gusano que
conecta nuestra región del espacio a otro punto del Universo, o incluso a
otra parte del multiverso. Los astrofísicos han sabido desde hace mucho
tiempo que los agujeros de gusano están permitidos por las leyes de la
relatividad general y que se podían haber formado poco después del Big
Bang.
Y eso plantea una pregunta interesante. Si Sagitario A* es un agujero de gusano, ¿cómo pueden los astrónomos distinguirlo de un agujero negro? Hoy en día, se ha podido obtener una respuesta a esta pregunta gracias a la labor de Zilong Li y Cosimo Bambi de la Universidad de Fudan, en Shanghai.
Estos investigadores han calculado que
un plasma en órbita alrededor de un agujero negro se vería muy diferente
comparado al plasma orbitando un agujero de gusano. Han calculado la
diferencia y también
han simulado las imágenes resultantes que se deberían poder obtener
utilizando la próxima generación de telescopios de interferometría. En
otras palabras, si de verdad hubiera un agujero de gusano en el centro
de nuestra galaxia, deberíamos poder verlo en los próximos años.
La idea de que podría existir un agujero
de gusano en el centro de nuestra galaxia no es tan descabellada como
parece. En los inicios del Universo, las fluctuaciones cuánticas podrían
perfectamente haber conectado diferentes regiones del cosmos, creando
así agujeros de gusano que fueron preservados durante la inflación, o sea, cuando el Universo aumentó de tamaño en muchos órdenes de magnitud.
La presencia de un agujero de gusano nos
permitiría resolver un importante problema en la formación de las
galaxias. En los últimos años, los astrónomos han observado lo que
parece ser un agujero negro supermasivo en el centro de muchas galaxias.
De hecho, muchos creen que los agujeros negros supermasivos son
necesarios para
la formación de galaxias en primer lugar, ya que proporcionan una
fuerza de gravedad suficiente como para mantener a la galaxia unida
durante sus primeras etapas de formación.
Pero si eso fuera cierto, ¿cómo se vuelven los agujeros negros supermasivos tan masivos en tan poco tiempo? Después de todo, el agujero negro supermasivo que está en el centro de nuestra galaxia, tuvo que haber estado ahí unos 100 millones de años después del Big Bang. Eso no deja mucho tiempo para crecer.
Por el contrario, un agujero de gusano
es un objeto primordial que se formó en un abrir y cerrar de ojos
después del Big Bang. Así que si los agujeros de gusano se formaron de esta manera, tendrían que estar presentes en el Universo temprano para así desencadenar la formación de las primeras galaxias.
Por eso es muy importante saber distinguirlos. La diferencia entre
si son agujeros negros supermasivos o agujeros de gusano nos
proporcionaría importantes pistas acerca de los inicios del Universo.
En vista de ello, es fácil imaginar que
poder distinguirlos debería ser algo imposible. Después de todo, los
agujeros negros y los agujeros de gusano están detrás de un horizonte de
sucesos desde el cual la luz no puede escapar. No hay manera de ver lo que está pasando dentro un horizonte de sucesos.
Sin embargo, existe una diferencia
importante entre los agujeros negros y loa agujeros de gusano – este
último es mucho más pequeño que el anterior, y esta es la base sobre la
que Zilong y Bambi dicen que se les puede distinguir.
Consideraron una nube de plasma caliente
que orbita alrededor de
cada cuerpo y que emite luz infrarroja. A
continuación, calcularon
la trayectoria que la luz debe tomar para escapar y llegar a la Tierra,
donde se pueden obtener imágenes.
Debido a que la luz tiene dificultades para escapar de los campos gravitatorios extremos de estos objetos, la imagen de la nube
de
plasma se vuelve borrosa y deformada. Pero la diferencia de
tamaño
entre un agujero negro y un agujero de gusano provoca una
diferencia
crucial en este emborronamiento o mancha. Este patrón
distinto de
manchas es la firma que los astrónomos pueden usar para distinguirlos.
Nadie, por el momento,
ha tenido éxito en la visualización de
Sagitario A* en la parte óptica e
infrarroja cercana del espectro
electromagnético. Pero eso va a cambiar
en los próximos años.
En particular, los astrónomos están
construyendo un
interferómetro infrarrojo, llamado GRAVITY, en el VLT en
el
desierto de Atacama en el norte de Chile. Este
dispositivo será
capaz de resolver las nubes de plasma alrededor de
Sagitario A* y
detectar la firma única de un agujero de gusano, en el
caso de que
estuviera ahí.
Estas imágenes proporcionarán una visión
fascinante de la
naturaleza del objeto denso y masivo del centro de
nuestra galaxia.
La confirmación de que se trata de un agujero negro
supermasivo
será importante, pero si descubrimos que en realidad se trate de un agujero de gusano, será aún más alucinante.
GRAVITY se enviará a Chile el próximo
año y se espera que esté
en funcionamiento poco después. En un futuro no
muy lejano, lo
más probable es que encontremos la respuesta a si hay un
agujero
de gusano en el corazón de nuestra Vía Láctea.
Fuente: Physics arXiv Blog
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