LA LUZ DEL COSMOS

Una estrella en formación iluminada por sus vecinas

Protoestrella IRAS 20324+4057
Protoestrella IRAS 20324+4057. El material extraído de la envoltura protoestelar es lo que se ve en la imagen. Crédito: NASA, ESA, Hubble Heritage Team (STScI/AURA) e IPHAS.

La imagen que vemos aquí ha sido elegida ‘imagen del mes’ por el Hubble Heritage Project e ‘imagen de la semana’ por la ESA. En ella, vislumbramos la protoestrella llamada IRAS 20324+4057, una estrella muy joven situada a 4.500 años-luz de distancia, en la constelación Cygnus (el Cisne).

Este objeto fue descubierto por el telescopio Isaac Newton (INT), situado en el Observatorio del Roque de los Muchachos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), y ahora la Advanced Camera for Surveys del Telescopio Espacial Hubble ha obtenido imágenes en alta resolución. 

La estrella en formación puede verse en este momento con detalle porque está siendo iluminada desde fuera por la luz de decenas de estrellas cercanas y muy calientes (de hasta 50.000 grados Kelvin) de la asociación Cygnus OB2, a unos 15 años-luz de IRAS 20324+4057. 

¿Cómo será la futura estrella? ¿Como el Sol? ¿Más o menos masiva? No se sabe. Al estar situados en un entorno tan hostil, estos objetos denominados “eggs” (siglas en inglés de “evaporating gaseous globules”) tienen una difícil infancia. Por un lado, la gravedad les obliga a incorporar material de los alrededores acrecentando su masa, pero, por otro, la intensa radiación ultravioleta y los vientos de las estrellas OB los erosionan, arrancando material y disminuyendo su masa. El balance entre estos dos procesos es el que determinará la masa final de la estrella. 

El material extraído de la envoltura protoestelar es lo que vemos en la imagen con forma de cometa u oruga azul. La protoestrella en sí y la densa envoltura de polvo y gas que la rodea llamada “cocoon” (capullo, en inglés) están encerradas en la zona central anaranjada. 

Si la protoestrella acaba teniendo una masa como el Sol, terminará su evolución dentro de unos 10.000 millones de años y formará una nebulosa planetaria, quizás tan bonita como esas nebulosas con forma de mariposa que todos admiran. Una vez más la biología inspira a los astrofísicos: este objeto astronómico pasará de huevo a oruga y puede que finalmente se convierta en mariposa.


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