¿EL SEXTO SENTIDO HUMANO EXISTE?

Detectan un “sexto sentido” capaz de percibir acontecimientos inminentes

La intuición puede ser un modo complementario de percepción visual



Una investigación destinada a explorar la ceguera temporal que en ocasiones impide a los conductores ver un peligro inminente, ha descubierto accidentalmente que algunas personas son capaces de percibir cambios en un entorno segundos antes de que ocurran. No se trata de ninguna experiencia mágica, sino de otro modo de percepción visual, paralelo a la visión ordinaria, que puede provocar formas de experiencia diferentes a la imagen de la realidad que formamos cotidianamente. Todavía queda por averiguar qué hace que unas personas y no otras tengan esta capacidad o hagan uso de ella, si se trata de una variable de la personalidad o de una aptitud, y si hay una parte concreta del cerebro implicada en esta actividad. Por Eduardo Martínez. 

 

  

El así llamado “sexto sentido”, tan recurrente en la ciencia ficción, es un modo de percepción visual, distinto de la vista, capaz de anticipar acontecimientos inminentes y que puede ser desarrollado con un entrenamiento adecuado, según una investigación desarrollada en la Universidad de la Columbia Británica que publica la revista Psychological Science.

La investigación fue desarrollada por el profesor de informática y sicología Ronald Rensink, quien perseguía inicialmente otro resultado, por lo que puede decirse que la detección de este sexto sentido ha sido en cierta forma accidental.

Rensink llevaba seis años en el Cambridge Basic Research, una alianza de investigación en la que están el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), la Universidad de Harvard y la empresa automovilística Nissan. 


 

 

El objetivo inicial de este trabajo era buscar una explicación a una descripción muy frecuente de los accidentes automovilísticos: el conductor estaba mirando, pero no vio el coche con el que colisionó. Determinar el origen y la posible explicación de esta ceguera temporal y fatídica era el objeto inicial de la investigación.

Giro inesperado

Sin embargo, las cosas tomaron inesperadamente otro rumbo. La investigación consistía en algo muy simple: pedir a un grupo de cuarenta voluntarios que pulsaran un botón cuando apreciaran una pequeña diferencia en una secuencia fotográfica.

Es decir, a los voluntarios se les mostraba por ejemplo la foto de una calle y a continuación la misma foto con una ligera diferencia. Ellos debían avisar de cuándo se daban cuenta del cambio.

Pero un día llegó la sorpresa: algunos voluntarios preguntaron si debían avisar sólo cuando notaban el cambio en la secuencia fotográfica, o bien cuando sentían que se iba a producir un cambio. Esta posibilidad abierta durante el experimento fue la que cambió completamente el curso de la investigación. 


 

 

Rensink decidió entonces reconducir la experiencia y aceptar que los voluntarios avisaran de cambios inminentes en la secuencia fotográfica. Descubrió con sorpresa que, aunque la mayoría de los voluntarios sólo percibieron el cambio, una tercera parte de los participantes fue capaz de percibir los cambios segundos antes de que se produjeran ante sus ojos.

Una visión diferente

Tal como explica al respecto la propia Universidad de la Columbia Británica en un interesante artículo sobre esta investigación, el sexto sentido (que Rensink llama mindsight) es una forma diferente de ver las cosas, ajena al sentido de la vista, separada del fenómeno visual sólo por segundos de tiempo.

Para Rensink, la vista no es sólo un sentido físico que describe la percepción del mundo y los entornos. En realidad hay una visión para la percepción consciente y también otra visión para la acción.

Ambas visiones son dos subsistemas diferentes, ya que uno de ellos está en la conciencia cotidiana y el otro no, al mismo tiempo que ambos trabajan de manera diferente.

De esta investigación podría pensarse que una tercera parte de la población humana es en teoría capaz de anticipar acontecimientos visuales segundos antes de que ocurran. No se trata de un fenómeno corriente, pero ocurre y se vive como un sentimiento visceral que incluso se usa, de manera consciente o inconsciente, en la vida diaria.

Visión compleja

Hasta ahora se creía que cuando la luz impactaba la vista, se formaba la imagen de la realidad en el cerebro y que si un impacto no causaba una imagen, sencillamente no había visión.

La investigación realizada por Rensink sugiere sin embargo que los procedimientos de la visión son algo más complejos, ya que lo que se desprende de esta experiencia es que la luz puede penetrar en la vista y desencadenar otros procesos que no deriven necesariamente en la fabricación de una imagen, sino en un sentimiento visceral.  


 

 

Para Rensink, parece claro que hay otro sistema perceptivo, paralelo a la visión ordinaria, que puede provocar otras formas de experiencia perceptiva diferentes a la imagen de la realidad que formamos cotidianamente.

Se trata de otra forma de visión que no tiene nada de mágico, sino que provoca una percepción diferente capaz de ver antes de tiempo lo que en cuestión de segundos forma parte de la visión cotidiana de la realidad.

Conciencia paralela

Esta constatación sugiere que la conciencia ordinaria no es absoluta, sino que hay otras formas de conciencia que anteceden ligeramente en el tiempo a las percepciones de la realidad cotidiana y que se perciben de otra forma, instintiva o intuitivamente.

Para los autores de esta investigación, esta capacidad puede en principio desarrollarse en las personas y convertirse en una eficaz ayuda para la prevención de los accidentes de tráfico, una ayuda natural mucho más potente que las campañas tradicionales llamando a la prudencia al volante.

Si estos sentimientos realmente pueden inducirse en las personas, se desarrollaría nuestra capacidad para prevenir peligros de cualquier tipo, ya que en teoría existe un sistema de alerta en nuestro sistema biológico, colindante con la conciencia ordinaria, al que no prestamos la atención debida porque no lo tenemos reconocido como una forma complementaria de la visión ordinaria. 

 

 

Todavía queda por averiguar qué hace que unas personas y no otras tengan esta capacidad o hagan uso de ella, si se trata de una variable de la personalidad o de una aptitud, y si hay una parte concreta del cerebro implicada en esta actividad.

En cualquier caso, este experimento sugiere que disponemos de una capacidad latente de visión, no estrictamente física, que aumenta nuestras habilidades y nos permite pensar en experiencias sicológicas mucho más ricas que las conocidas hasta ahora.

Sexto Sentido

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