LAS HUELLAS DE CAL ORCKO
Las huellas de Cal Orcko
Cuando en 1994 se descubrieron oficialmente las
huellas de dinosaurios en una pared vertical en los terrenos de la fábrica de
cemento FANCESA, Klaus Schütt llamó a Museo de la Historia Natural en La Paz
para pedir que venga un paleontólogo a confirmar lo que todos ya sospechaban.
Al preguntar cuantas huellas eran, él respondió sin querer exagerar: "Son unas
quinientas, más o menos". Schütt no sabia que en ese momento el descubrimiento
paleontológico más grande del mundo tenía 220 huellas.
La persona que había contestado en La Paz
prometió devolverle la llamada. No sorprendentemente, nunca lo hizo.
Lo mismo pasó con la Museo de la Universidad de
Santa Cruz. Al llamar a Tarija Schütt ya sabia mejor, no mencionó ningún número
de huellas. En la plena primavera de 1994 llegó a Sucre el Ingeniero Freddy
Paredes Director del Museo del Paleontología de Tarija y por fin confirmó que
sí, eran huellas de dinosaurios y tenían mas de 65 millones de años de
antigüedad.
"Es algo espectacular ver la cantidad de las
huellas", dice el Ingeniero Paredes que después de ver las huellas por primera
vez ha vuelto a Sucre varias veces.
A la persona que hace años contestó al teléfono
en La Paz, tal vez le gustaría saber que en Cal Orcko hoy día se pueden admirar
más de cinco mil huellas de unos 290 animales diferentes de los que a la mayoría
ni se conoce todavía.
Sin embargo Klaus Schütt, aficionado a la
paleontología, que luego empezó a luchar para que se reconozca la importancia
del descubrimiento, no era el primero que se fascinó de las huellas. Hace años
atrás, mas o menos a finales de los años setenta, los trabajadores de FANCESA ya
conocían las huellas.
La pared en donde se encuentra esta "pista de
baile" de los dinosaurios fue expuesta por los tractores de FANCESA en busca de
materia prima y dejada intacta por su alta contenido de magnesio, mineral que no
es bueno para la fabricación de cemento. Poco a poco las huellas iban
apareciendo cuando la lluvia limpiaba los restos de tierra que todavía quedaban
en la pared.
En la década de los 80 llegó a Sucre el geólogo
Hugo Heymann que había estudiado en el colegio Alemán de Sucre. De visita por la
fábrica vio las huellas en la pared, las fotografió, pero este hallazgo no se
dio a conocer públicamente.
"Los técnicos de FANCESA no lo podían creer ni
tampoco tenían mucho interés en averiguar ya que un descubrimiento así podía
perjudicar la explotación de la materia prima", comenta Guido Donoso, que fue
Jefe de Relaciones Publicas de la fábrica en los años 1987-1999.
Las huellas se quedaron en la pared y pasaron
muchos años sin que nadie se interesó por el tema.
Klaus Schütt conoció las huellas en el año 1994
cuando después de una reunión de los ex-alumnos de Colegio Alemán los compañeros
de curso decidieron ir a ver las marcas extrañas que había en la pared del Cal
Orcko. Uno del grupo conocía las huellas de Toro Toro pero los demás estaban en
plan de broma y hacían chistes de su compañero:
"Vamos a ver las huellas del Hugo!" se rieron.
Al ver la inmensa pared, que tiene una
superficie más grande que sesenta canchas de fútbol llena de huellas, ya no se
rieron.
Klaus Schütt también se quedó impresionado con
lo que acababa de ver
"Para mí las huellas son el futuro de Sucre, es
algo único que pondrá a la ciudad y a la región en el mapa turístico mundial",
dice Schütt que hoy en día tiene su propia agencia de viajes que lleva a las
turistas a ver la maravilla de Cal Orcko.
FALTA DE RECURSOS Y DESINTERÉS
Era entonces el año 1994 cuando Schütt (junto
con los ejecutivos de la fábrica FANCESA) empezó su lucha por el reconocimiento
de la importancia de las huellas. Aunque ya se había confirmado que era un
descubrimiento sin precedentes no había recursos económicos ni la decisión
institucional para darle la importancia que le correspondía.
Schütt, ex-Director Departamental de Turismo y
ex-Director Municipal de Turismo, tiene su propia teoría porqué no había interés
en la tema.
"Aquí la gente tiene todavía una visión muy
interna de turismo. No se dan cuenta de la importancia del descubrimiento. Por
ejemplo en Israel hay un lugar donde han encontrado una sola huella, está muy
bien protegida y se ha convertido en un atractivo turístico adicional".
Schütt, por su profesión de cineasta, decidió
hacer un vídeo sobre el tema. Por muchas casualidades ese video llegó a Suiza
donde unos cuantos científicos, entre ellos Christian Meyer, lo vieron y ese
momento se dieron cuenta de la inmensa importancia que el descubrimiento iba a
tener para la paleontología.
"Al ver el vídeo pensé que esto es seguramente
el descubrimiento más grande que he visto y decidí formar una expedición para
investigarlas", dice Meyer, uno de los paleontólogos mas conocidos del mundo
científico de hoy día.
Meyer llegó a Bolivia en 1998 con un grupo
internacional de 12 científicos.
"En ese momento la noticia ya creció", dice Schütt con el mismo tono de orgullo que tiene un padre cuando habla de los
logros de sus hijos.
Se ordenó la creación de una fundación
Paleontológica y las huellas de Cal Orcko fueron declaradas como Monumento
Nacional que debe ser protegido.
Lamentablemente, la ilusión no duró mucho. Los
científicos internacionales se fueron, la Fundación Paleontológica se convirtió
en una palabra bonita y todo en Sucre siguió como siempre.
Si un turista por casualidad había escuchado de
las huellas y quería verlas tenía que buscarlas por su cuenta; llegar a la
fábrica en un taxi y empezar la aventura en pleno campo de trabajo sin guía. Las
agencias de viaje pensaron que los costos de llevar las turistas hasta Cal Orcko
eran demasiado elevados.
Schütt montó su propia agencia hace un año y
medio y aunque ya llegan turistas desde muy lejos para ver Cal Orcko, la
importancia de las huellas no está muy bien reconocida en la misma ciudad de
Sucre.
"Yo calculo que durante este año y medio aparte
de los extranjeros, han ido a ver las huellas solamente unas 2.000 personas de
Sucre", dice Schütt.
El problema también trata de que con las lluvias
y otros fenómenos climáticos, algunas partes de la pared siguen cayendo y cada
vez se pierden huellas. Para proteger ese gigante farallón se necesitaría
cantidades de dinero inimaginables. Las explosiones de la Fabrica de Cemento
también lastiman la pared.
Sin embargo, la situación es más complicada de
lo que puede parecer. La pared de Cal Orcko es como una cebolla, capa tras capa
siguen apareciendo con nuevas huellas que sin las caídas de la pared quedarían
sin descubrir.
"Durante estos 7 años yo he visto desaparecer
unas doscientas huellas", dice Schütt. "Pero también he visto aparecer otras
quinientas".
Christian Meyer está preocupado por el tema, de
alguna manera las huellas deberían ser protegidas
"Yo ya he hecho conocer mi preocupación a
UNESCO, al gobierno boliviano incluyendo al ex-presidente Banzer y sus
ministros. Algo hay que hacer, si no perderemos las huellas", dice Meyer en una
entrevista concedida a CORREO DEL SUR a través del correo electrónico.
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